Dirás mentiras

Y quieras o no, dirás mentiras. Pequeñas mentiras con las que pienses que el universo queda en equilibrio, mentiras piadosas, como las llaman. Mentiras que hacen sonreír, mentiras que sorprenden, mentiras que evitan lágrimas, mentiras que evitan enfados. Hay mentiras de todo tipo... Puede que unas sean más graves que otras y que el dejarlas en el anonimato se pueda convertir en el mayor error de tu vida. Sin embargo, crecemos con la idea de mentir constantemente en nuestro día a día. Mentimos por miedo a reconocer lo que es verdad, por pánico a lo que pueda ocasionar la realidad. Mentimos por no hacer daño, por dejar los finales como si fuesen de cuentos de hadas, por hacer menos cruda la vida. Mentimos porque tenemos la esperanza de que nos sea devuelta esa mentira, de que todo transcurra como queremos imaginar en nuestras cabezotas de inocentes. Mentimos porque, en verdad, sentimos... Y esas mentiras nos llevan a reír, a llorar, a gritar, a correr, a saltar, a empaparnos de cada instante, a cometer locuras, a quedarnos en silencio, a pedir una pausa, a ignorar lo que espera fuera, a querer, a odiar, a amar... Todo lo que se nos ocurre con frecuencia a la hora de mentir no es más que para no estropear esos lazos que, junto a otra gente, hemos forjado durante tiempo atrás, creando tal vez una sonrisa falsa de satisfacción, pero recibiendo a cambio, de aquellas personas que realmente te conocen, una respuesta de consuelo: una palabra silenciada. Y es que, de un modo u otro, toda mentira llega incluso a ser para nosotros mismos.

Comentarios

Entradas populares