Esta noche quieres su piel

Esta noche sentiste como te ibas de la cama, como dejabas las sábanas empapadas en sudor, como quedaban las ventanas tapiadas por el vaho que cubría cada rincón de la habitación. Tumbada, desnuda, dormida... ¿Quién diría que hace unas horas atrás ella te mantenía a ti despierto? Rozando su piel con tu piel, exhalando suspiros en cada palmo de tu cuerpo. Quisieras morder sus labios mientras ella araña tu espalda, quisieras encontrar entre sus piernas temas tabús, quisieras resurgir de sus palabras el silencio máximo, el exquisito placer completo. Le besas el pecho, te besa el cuello y te deja ese chupetón que te ves ahora en el espejo, justo cuando te estás cerrando el último botón de la camisa y anudando la corbata. Le besas el ombligo y sientes como sus manos intentan pararte. Los dedos de sus pies se clavan en el colchón, descalzos, cual fetiche de tantos instintivos mamíferos. Te mira a los ojos y, a lo que antes tenía pánico por ver, ahora observa como si del mayor de sus deseos se tratase. Te pide que sigas, te ruega que nunca te separes, te besa, te agarra, te atrapa con sus piernas, te hace apurar, te evades, te ciega, te deja sin fuerzas, sin saliva, sin aliento... Esta noche sentiste como ella dormía en tu cama, pero fue entonces cuando abriste bien los ojos y supiste que tan sólo había sido un sueño, un buen sueño, excitante, erótico... Uno de esos sueños de los que te preguntas día a día si alguna vez se cumplirán.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares