El bueno y el malo

Dos individuos esperan para entrar en la consulta de un psicólogo. A es un villano de tendencia que sufre una crisis existencial en su vida por la cual quiere dejar de hacer el mal. B es un mindundi del tres al cuarto que está harto de ser tan bueno con todo. Ambos están en silencio, haciendo tiempo, hasta que uno de ellos decide romper el hielo.

A: ¿Tú también vienes a pasar consulta?

B: Sí, bueno… La verdad es que tengo unos problemillas ahí de autoestima… Que a ver si me los solucionan aquí.

A: Entiendo.

B: ¿Tú?

A: Bueno, digamos que llevo muchos años haciendo cosas… Realmente malas. Y vamos, que estoy harto de que la gente me mire y diga: no te acerques a ese, que es peligroso. Sienta un poco… Frustrante, ¿sabes?

B: Sí, te entiendo… A mí me pasa lo mismo, pero al revés. Siempre termino haciendo favores a la gente y, al final, de tan bueno que soy parezco tonto.

A: ¡Anda! Pues qué casualidad, ¿no? Podríamos ayudarnos mutuamente.

B: ¡Sí! Venga va. Cuéntame tú cómo se comporta un malo.

A: Pues bien, déjame pensar… ¿Conoces la leyenda de Jack el Destripador?

B: ¡Hombre! ¿Cómo no conocerla?

A: Pues ese fue discípulo mío.

B: Bua, tío. Pero, ¿eso no es muy fuerte? O sea, suena a que eres un mandamás.

A: Ya ves… Pero al final te terminas acostumbrándote, oye. Hace unos años, por ejemplo, mataba nazis. De hecho, el cuerpo de Hitler digamos que lo tengo escondido en una vitrina de mi museo particular. En aquella época era guay matar nazis, te condecoraban y estas cosas. Hoy en día ya no es lo mismo… Se te echan encima, tío. Han cambiado las cosas y ahora todo tiene que pasar primero por un juicio. Te miran mal cuando te tomas la justicia por tu mano, ¿sabes?

B: Ya… Vaya… Es una pena, sí.

A: ¿Y tú qué? Cuenta: ¿qué hacéis los buenos?

B: Ah, pues… Muy básico… Lo normal, digo yo…

A: ¿Cómo qué?

B: Pues… No sé… Sonreímos y esas cosas.

A: ¿Sonreís?

B: Sí, bueno… A mí, por ejemplo, me hace feliz hacer felices a los demás, me reconforta. Y eso te causa una sonrisa.

A: ¿Hacer felices a los demás?

B: Sí, mira, por ejemplo… Toma esta moneda. ¿Cómo te hace sentir?

A: … No entiendo.

B: A ver, probemos de nuevo. Yo llego y te encuentro a ti, que no tienes moneda. Bueno como soy te regalo esta moneda para que tengas una tú.

A: ¿Sin pedir nada a cambio?

B: Sin pedir nada a cambio.

A: Pues no lo entiendo.

B: Simplemente prueba, ya verás. ¿Qué te hace sentir?

A: … ¿Normal?

B: No… Vuelve a intentarlo – se queda mirando hacia él, sonriendo mucho.

A: … No siento nada, tío.

B: ¿Nada de nada?

A: Nada de nada.

B: Vaya, lo tuyo es más grave de lo que yo pensaba…

Comentarios

Entradas populares